Estos descubrieron que ella estaba sintiendo, desarrollando sentimientos, algo extremadamente prohibido para la ciudad de Abkans. Sin dudar sobre lo que la mujer estaba haciendo, los fiscalizadores comenzaron a agredirla, la sometieron, y la arrestaron, por la pena máxima que era el sentir.En el instante que la condenaron a su pena de muerte, ella estaba tranquila, feliz, pues seguía sintiendo, algo que los fiscalizadores jamás le podrán arrebatar.
Se viene la historia de las bestias salvajes, Kurazerox.
